Trauma relacional: Causas, consecuencias y soluciones terapéuticas

trauma relacional

Llamamos trauma relacional al daño psicológico que aparece dentro de vínculos importantes (familia, pareja, amistades, escuela o trabajo). No debemos verlo como una debilidad o un motivo de vergüenza, pues es una respuesta del cerebro y del cuerpo cuando las relaciones que deberían proveernos seguridad se vuelven una fuente de miedo, abandono o abuso.

Cuando ese daño es repetido y prolongado, hablamos de trauma relacional complejo. Si ocurre en los primeros años de vida, se conoce como trauma relacional temprano.

La medicina y la psicología han descrito bien este cuadro: la clasificación internacional ICD-11 reconoce un diagnóstico específico, el trastorno de estrés postraumático complejo (CPTSD), que suma a los síntomas típicos del TEPT problemas persistentes para regular emociones, para verse a uno mismo de forma sana y para relacionarse con los demás.

¿Qué es un trauma relacional?

En términos clínicos, el trauma relacional se refiere a experiencias interpersonales que desbordan crónicamente la capacidad de afrontamiento y, por su carácter de traición o desamparo dentro de un vínculo significativo, erosionan la confianza básica en los demás y en uno mismo.

En otras palabras, es un conjunto de reacciones (emocionales, físicas y de conducta) que aparecen tras experiencias dolorosas dentro de relaciones personales significativas. En el CPTSD se mantienen los síntomas nucleares del TEPT (recuerdos intrusivos, reexperimentación, evitación, nerviosismo/hipervigilancia) y se añaden:

  • Dificultades para regular las emociones, inestabilidad afectiva.

  • Autoconcepto negativo (vergüenza, culpa, sensación de inutilidad).

  • Problemas persistentes en las relaciones (aislamiento, desconfianza o vínculos caóticos).

 Este perfil relacional lo diferencia del trastorno de estrés postraumático típico.

¿Cómo se origina un trauma relacional? ¿Cuáles son sus posibles causas?

Los traumas relacionales pueden tener como origen o causa experiencias muy diversas. Veamos los casos más frecuentes:

  • Maltrato, abuso o negligencia en la infancia (trauma relacional temprano). Estudios pioneros como el ACE Study mostraron una relación entre las las Adverse Childhood Experiences (adversidades tempranas como el abuso, violencia o disfunción familiar) y el desarrollo de problemas de salud física y mental décadas después. Las agencias de salud pública resumen hoy este vínculo y sus implicaciones preventivas.
  • Falta de respuesta sensible del cuidador: La ciencia del desarrollo documenta que las interacciones “serve and return” (ida y vuelta cuidador-bebé) moldean la arquitectura cerebral; y su ausencia sostenida —negligencia— activa un estrés tóxico y perturba los circuitos de regulación emocional y aprendizaje.
  • Apego desorganizado y entornos maltratantes. La investigación en este campo vincula el maltrato con una mayor probabilidad de mostrar patrones de apego desorganizado en la infancia, ligados después a problemas de autorregulación y relación.
  • Trauma por traición: Cuando el agresor es una figura de apego, alguien de quien dependemos, la mente puede “no ver” o disociar recuerdos para preservar el vínculo del que depende. Se trata de una teoría controvertida, pero influyente en este campo de estudio.
  • Eventos relacionales en la adultez: Experiencias como la violencia de pareja, el acoso laboral, el maltrato psicológico continuado, el abandono y otras rupturas repetidas también pueden generar un trauma relacional, sobre todo si reactivan memorias de vulnerabilidad temprana. La dimensión “relacional” explica por qué el daño persiste precisamente en los vínculos.

Consecuencias de un trauma relacional: ¿Cómo nos afecta?

Además de ansiedad, depresión o TEPT, muchas personas con trauma relacional complejo muestran o describen tres grupos de síntomas:

  • Emocionales Dificultad para la regulación afectiva y altibajos emocionales intensos y
  • De autoimagen o percepción propia: Autoconcepto negativo persistente (sentimientos constantes de vergüenza, culpa, inutilidad…) y autocrítica dura y excesiva.
  • Relacionales: Alteraciones interpersonales (desconfianza, aislamiento o relaciones caóticas) que resultan en dificultades para confiar o poner límites. 

En cuanto a las consecuencias a largo plazo en la salud del afectado, las adversidades tempranas y el trauma relacional se asocian con mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas y problemas de salud mental en la vida adulta, como el consumo de sustancias o la ideación suicida, lo cual subraya la repercusión biológica de la dimensión relacional.

Síntomas de trauma relacional: Cómo identificarlo

Más allá de los efectos y problemas que los traumas relacionales pueden provocar en la vida de las personas que los sufren, es necesario saber identificar los síntomas específicos que pueden interpretarse como señales o indicadores de un daño psicológico de este tipo:

  • Recuerdos intrusivos o no deseados, pesadillas, emociones intensas ante recordatorios, evitación de personas o lugares que recuerdan el daño.
  • Evitación de personas, lugares o conversaciones que recuerdan al daño o “tocan la herida”.
  • Hiperactivación: estado de alerta permanente, insomnio, sobresalto fácil, irritabilidad.
  • Regulación emocional frágil: cambios de humor bruscos, accesos de rabia, dificultad para calmarse. Pasar de 0 a 100 o, al contrario, sentir entumecimiento.
  • Autocrítica y vergüenza persistentes: narrativa interna dura (“no valgo”, “siempre fallo”).
  • Dificultades relacionales: miedo al abandono o al control, límites muy difusos o rígidos, conflictos cíclicos.
  • Disociación: desconexión del cuerpo o de las emociones. Lagunas de memoria, sobre todo cuando el trauma implica traición.

¿Cómo se manifiesta en nuestras relaciones?

1. En la pareja

  • Hipervigilancia interpersonal ante señales ambiguas (silencios, cambios de tono).
  • Búsqueda de reaseguro constante o, en el extremo opuesto, retirada emocional.
  • Ciclos de protesta-retirada y dificultad para reparar después de una pelea.

El apoyo de la pareja puede amortiguar la respuesta neural al amenaza (p. ej., el clásico estudio de Coan et al., 2006 sobre tomar la mano) y es un recurso terapéutico clave.

2. Con las amistades

Desconfianza, pruebas de lealtad, o complacencia excesiva por miedo al rechazo; alternancia entre idealización y devaluación. Estas pautas se relacionan con historias de apego inseguro y dificultades de regulación.

3. En la familia

  • Repetición de guiones relacionales (crítica, invalidación, control).
  • Confusiones de rol (parentificación) y gaslighting en sistemas familiares con abuso o negligencia.

4. En el trabajo

Sensibilidad a jerarquías y feedback, miedo a “fallar”, estallidos o evitación de conflictos; mayor ausentismo y peor ajuste social en algunas personas con historia de ACEs o maltrato.

Es posible recuperarse de un trauma relacional

Por supuesto. Con intervenciones adecuadas y relaciones seguras, los síntomas mejoran. La recuperación es viable y existen psicoterapias centradas en el trauma que pueden ayudar en gran medida a superar este problema. Además, los planes de tratamiento se pueden adaptar totalmente al paciente, aplicando soluciones concretas cuando hay un trauma relacional complejo o existen comorbilidades (enfermedades asociadas  o concurrentes).

Además, la percepción de apoyo tras el evento traumático reduce el riesgo de desarrollar TEPT, otro motivo para pedir ayuda cuanto antes y dejarse acompañar por especialistas en este tipo de patologías psicoemocionales.

Cómo tratar un trauma relacional

a) Psicoterapias focalizadas en trauma (adultos)

Terapia de Procesamiento Cognitivo (CPT), Exposición Prolongada (PE) y EMDR. Las guías VA/DoD 2023 recomiendan estas intervenciones como primera línea para PTSD, con beneficios superiores y más duraderos que la farmacoterapia en promedio. La NICE (UK) coincide en priorizar enfoques cognitivo-conductuales centrados en el trauma. EMDR cuenta con fuerte apoyo en guías internacionales y centros especializados (OMS; VA).

b) Cuando hay trauma relacional complejo (CPTSD / trauma relacional complejo)

Modelos por fases, p. ej., STAIR/STAIR-Narrative Therapy (entrenamiento en habilidades de regulación e interpersonales seguido de trabajo narrativo) muestran mejorías significativas en regulación emocional y relaciones, y son particularmente útiles cuando hay historia de abuso en la infancia.

Psicoterapia Interpersonal (IPT) para PTSD. Ensayos clínicos indican que IPT —un enfoque no basado en exposición, centrado en duelos, roles y habilidades interpersonales— es comparable a PE para reducir síntomas y puede mejorar funcionamiento social, opción valiosa cuando la exposición no es tolerable.

c) En la pareja y la familia (cuando el vínculo es parte del daño o del recurso de curación)

Terapia Focalizada en las Emociones (EFT) para parejas. Meta-análisis muestran mejoras clínicamente relevantes en satisfacción y seguridad vincular, útiles cuando el trauma se expresa en ciclos de desconexión y protesta.

Intervenciones diádicas en primera infancia (trauma relacional temprano). Child-Parent Psychotherapy (CPP) tiene ensayos aleatorizados con seguimiento que demuestran reducciones de síntomas en preescolares expuestos a violencia y en sus cuidadores.

d) Infancia y adolescencia

TF-CBT y EMDR son recomendadas por guías (NICE/OMS) para niños y adolescentes con PTSD; en los más pequeños, enfoques de apego centrados en la relación cuidador-niño (p. ej., CPP) son esenciales.

Nota: En comorbilidades (depresión, trastornos de personalidad, consumo de sustancias) se integran tratamientos específicos. La elección debe individualizarse y considerar seguridad, preferencias y contexto.

Construir vínculos seguros y sanos

La terapia es más efectiva cuando fuera de consulta se siguen pautas de seguridad relacional:

  • Seguridad primero. Establecer límites claros y planes de protección si hay violencia o coerción. (Las guías enfatizan priorizar seguridad y psicoeducación temprana).
  • Coregulación y apoyo. El contacto sensible y el apoyo cercano amortiguan la reactividad al estrés; incluso gestos simples como tomar la mano reducen la activación neural ante amenaza, especialmente en relaciones de calidad.
  • Higiene del apego. Practicar comunicación honesta, reparación tras los conflictos y peticiones de apoyo explícitas; la evidencia vincula seguridad de apego con mejor regulación emocional.
  • Reaprendizaje temprano (si hubo trauma relacional temprano). Favorecer en cuidadores actuales interacciones serve-and-return consistentes y sensibles protege el desarrollo y revierte parte de los efectos del estrés tóxico.
  • Redes y contexto laboral. Pedir feedback estructurado, acordar límites y ritmos, y —cuando sea necesario— solicitar adaptaciones razonables; el ajuste social mejora con intervenciones focalizadas y reducción del estrés crónico.

A modo de conclusión

El trauma relacional (incluidos el trauma relacional complejo y el trauma relacional temprano) no debe ni confundirse nunca con “tener un carácter difícil” ni tampoco debe considerarse un problema sin remedio.

Es la huella de experiencias interpersonales y la forma en que se expresa el haber vivido un evento o unas experiencias que han causado un dolor intenso a nivel emocional. Y se puede tratar y reparar gracias a intervenciones respaldadas por evidencia y con vínculos seguros que permitan restablecer la regulación emocional, la dignidad y la confianza en uno mismo y los demás.

En nuestra clínica de psicología en Jaén podemos ayudarte a superar esta situación causada por un trauma relacional en la infancia o en la adultez. Lo primero es hallar y diagnosticar adecuadamente el origen del daño para aplicar las medidas, soluciones y terapias reparadoras del trauma que mejor funcionen en tu caso. Pide cita y, con total confianza, te trataremos con cercanía y profesionalidad para facilitar la mejora que estás buscando en tus relaciones.

Luís Navío​

Luís Navío​

Luis Francisco Navío Serrano, licenciado en Psicología por la Universidad de Granada, especialista en las técnicas de EMDR (Eyes Movement Desensitization and Reprocessing), MINDFULNESS e ICV (Integración del Ciclo Vital).

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