¿Es lo mismo un ataque de pánico que de ansiedad? Diferencias, cómo identificarlos y cómo se tratan

es lo mismo un ataque de panico que de ansiedad

Los términos “ataque de pánico” y “ataque de ansiedad” se han extendido en las conversaciones cotidianas, pero sucede a veces que se emplean como sinónimos. Muchos creen que es lo mismo un ataque de pánico que un ataque de ansiedad. Sin embargo, desde el punto de vista de la psicología clínica y la psiquiatría, se trata de fenómenos diferentes. Comprender la diferencia entre ataque de pánico y de ansiedad es importante para saber identificarlos cuando se producen, y también para poder saber qué hacer y qué tipo de tratamientos o terapias requiere cada uno.

Según datos de la American Psychological Association (APA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos de ansiedad son uno de los problemas de salud mental más frecuentes a nivel global. Dentro de este amplio grupo de trastornos se incluyen tanto los ataques de pánico como los episodios de ansiedad intensa. Aunque ambos pueden compartir síntomas físicos y emocionales, difieren en su inicio, duración, causas y forma de tratamiento.

¿Es lo mismo un ataque de pánico que un ataque de ansiedad?

No es lo mismo un ataque de pánico que un ataque de ansiedad, aunque albergan muchas similitudes. Veamos la definición de cada episodio:

  • Ataque de pánico: el DSM-5 lo define como la aparición súbita de miedo o malestar intenso que alcanza su punto máximo en cuestión de minutos, acompañado de una serie de síntomas físicos y cognitivos. Se caracteriza por ser brusco, inesperado y con una sensación de pérdida de control.
  • Ataque de ansiedad: no aparece como categoría diagnóstica en el DSM-5, pero se utiliza para describir episodios de ansiedad elevada relacionados con preocupaciones o estrés sostenido. A diferencia del pánico, la ansiedad suele aumentar progresivamente, es más prolongada y está vinculada a pensamientos anticipatorios o situaciones amenazantes.

Diferencia entre ataque de pánico y de ansiedad

Para entender mejor la diferencia entre un ataque de ansiedad y un ataque de pánico, vamos a ver en qué difieren en cuanto a causas, síntomas y tratamiento:

Diferencias en las causas

  • Pánico: puede aparecer sin que haya algo concreto que lo desencadene. Muchas personas describen que el primer ataque de pánico surge “de la nada”, incluso en momentos de calma. La predisposición genética, ciertos cambios neuroquímicos y las experiencias traumáticas pueden influir en este tipo de ataque . También es común en personas con trastorno de pánico, pero no es exclusivo de este diagnóstico.
  • Ansiedad: generalmente responde a un detonante identificable. Entre lo más comunes están las preocupaciones laborales, los problemas familiares, las presiones económicas o el miedo a un evento futuro. Se alimenta de pensamientos anticipatorios y de la percepción de amenaza constante.

Diferencias en los síntomas

Aunque ambos comparten signos físicos y emocionales, hay matices importantes que diferencian a las crisis de ansiedad de los ataques de pánico:

Ataque de pánico

  • Inicio súbito, con síntomas que alcanzan su pico máximo en 10 minutos.
  • Palpitaciones, sudoración, temblores, dificultad para respirar, mareo, sensación de despersonalización o desrealización.
  • Miedo intenso a morir, a desmayarse o a perder el control.
  • Duración limitada: el episodio suele remitir en 15–30 minutos, aunque el malestar posterior puede prolongarse.

Ataque de ansiedad

  • Aparición gradual, relacionada con preocupaciones o estresores.
  • Síntomas persistentes: nerviosismo, tensión muscular, insomnio, problemas digestivos, irritabilidad.
  • Sensación de “no poder con todo”, pensamientos recurrentes y rumiación.
  • Puede durar horas o incluso días, con fluctuaciones en la intensidad.

Diferencias en el tratamiento o las terapias

Pánico:

  • Tratamiento de primera línea: terapia cognitivo-conductual (TCC), especialmente técnicas de exposición y reestructuración cognitiva.
  • Apoyo farmacológico: ansiolíticos o antidepresivos, prescritos por psiquiatra cuando los episodios son frecuentes o incapacitantes.
  • Entrenamiento en respiración y técnicas de grounding para reducir la intensidad del episodio.

Ansiedad:

  • Intervención psicoterapéutica: TCC, terapia de aceptación y compromiso (ACT) o mindfulness.
  • Modificación de hábitos de vida: higiene del sueño, alimentación equilibrada, ejercicio físico regular.
  • Técnicas de regulación emocional y manejo del estrés.
  • En algunos casos, apoyo farmacológico con ansiolíticos o ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina).

¿Qué hacer si sufro ataques de pánico?

  • Recordar que los síntomas son intensos pero no ponen en peligro la vida.
  • Practicar la respiración lenta y diafragmática para reducir la hiperventilación.
  • Usar técnicas de anclaje, como centrar la atención en objetos del entorno.
  • Evitar la huida inmediata de la situación, ya que puede reforzar el miedo.
  • Buscar atención psicológica si los ataques se repiten o generan evitación de lugares/situaciones.

¿Qué hacer si sufro ataques de ansiedad?

  • Identificar los estresores y anotar las preocupaciones recurrentes.
  • Practicar técnicas de relajación muscular progresiva, yoga o meditación.
  • Organizar el tiempo y establecer rutinas que reduzcan la sobrecarga.
  • Aprender a diferenciar entre preocupaciones reales y anticipatorias.
  • Consultar con un psicólogo para trabajar en estrategias de afrontamiento y prevención.

¿Cuándo consultar a un psicólogo?

Buscar ayuda profesional de un terapeuta especialista en ansiedad es recomendable cuando:

  • Los episodios son frecuentes e interfieren con la vida diaria.
  • Se empieza a evitar lugares, personas o actividades por miedo a los síntomas.
  • El malestar genera deterioro en el trabajo, estudios o relaciones personales.
  • Se percibe una sensación constante de agotamiento, desesperanza o falta de control.
  • Aparecen pensamientos de autolesión o desesperanza extrema.
  • La intervención temprana es clave: cuanto antes se reciba tratamiento, mejor pronóstico y mayor recuperación del bienestar emocional.

Conclusión

Aunque el pánico y la ansiedad están relacionados y pueden confundirse, no son lo mismo. El primero se caracteriza por su irrupción repentina e intensa, mientras que la segunda se manifiesta como un estado más prolongado y anticipatorio. Reconocer sus diferencias ayuda a poner nombre a lo que se siente y a buscar el tratamiento adecuado.

La psicoterapia, el apoyo médico y la adopción de hábitos saludables son herramientas esenciales para recuperar la calidad de vida tanto en el caso de personas que sufren episodios de ansiedad como en el de aquellas que sufren ataques de pánico con mayor o menor frecuencia.

Luís Navío​

Luís Navío​

Luis Francisco Navío Serrano, licenciado en Psicología por la Universidad de Granada, especialista en las técnicas de EMDR (Eyes Movement Desensitization and Reprocessing), MINDFULNESS e ICV (Integración del Ciclo Vital).

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